TU APARIENCIA NO TE DEFINE.

‘-Es una niña increíble y la gente la adora.’

Siempre recordaré esa frase. Probablemente ninguna de las dos se acuerde, pero se la dijo mi tía a mi madre cuando fue a pedirle el número de teléfono de un dietista para pedir cita.

Yo tendría unos 14 años, y era bastante más adorable que ahora (una, que va desarrollando su carácter); pero hoy, seis años después, llevo esa frase marcada. Y, es que, hasta ese momento no me daba cuenta de lo importante que era aquello que dijo mi tía.

A veces, no nos damos cuenta de las cosas, ni de lo que realmente pensamos acerca de nosotros mismos.

 

El otro día hablando con una amiga salió el tema del peso y la felicidad. Y las dos admitimos rotundamente que estar más delgada no es sinónimo de ser más feliz.

Ha habido épocas de mi vida en las que he pesado mucho menos que ahora, también las ha habido en las que he pesado más, pero os puedo asegurar que las primeras no han sido de las más felices, sino todo lo contrario.

Recuerdo una de esas épocas como si fuera ayer. Pesaba, perfectamente, unos diez quilos menos y tenía la sensación de hundirme a cada paso que daba. Estaba encaminando mi vida hacia un lugar que no me gustaba y el miedo al cambio era terrible. Pensar en que iba a decepcionar a mis padres, escuchar la opinión que tenía la gente sobre un aspecto de mi vida que no les incumbía y estar rodeada algunas personas tóxicas me afectó. Y si a eso le sumamos una autoestima de mierda, podéis imaginar que tan feliz era mi vida en aquel momento.

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En cambio, hablando con mi amiga, empecé a analizar mi vida ahora mismo y me di cuenta de que era feliz.

A ver, vamos a ser sinceros, no hablo de la felicidad absoluta, ni mucho menos. Sé que mi vida podría ser más perfecta, pero ahora mismo tengo lo que necesito.

Después del enorme miedo al cambio que tenía, arriesgué y gané. Ahora estoy haciendo algo que me gusta y disfruto, y he aprendido que los cambios son buenos y, que si no sale bien, hay que intentarlo las veces que haga falta , tropezar, caer y volverte a levantar, hasta conseguir lo que realmente quieres. Ahora mismo estoy rodeada de mis personas, aquellas que me hacen bien y necesito. Y sobre todo, estoy en una etapa de mi vida en la que he aprendido a quererme.

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He aprendido a quererme con diez quilos más o menos. Eso no quiere decir que no deba cuidarme y trabajar por conseguir mis metas y seguir un modo de vida saludable, pero es totalmente compatible con aprender a apreciar tus virtudes.

Hay días mejores y días peores, pero poco a poco el miedo se deja atrás. Hoy estoy compartiendo con vosotros algo que hace un año no se me habría pasado por la cabeza contarle a nadie.

Por eso, cuando recuerdo la frase que he citado al principio, recuerdo que hay cosas más importantes que lo que mides, o lo que pesas. O si eres rubia o morena. Tampoco entiendo esa frase como que lo importante es la aprobación de la gente, al contrario, tienes que importarte tú. Y, sobre todo, aprender que tu apariencia no es la única cosa que te define.


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